"El mapa vital de cada persona es como la huella de su pulgar. No hay dos personas idénticas."
Milton Erickson
En los últimos años hemos visto un aumento en las consultas de pacientes que se sienten ansiosos, angustiados o raros en relación a lo que quieren hacer con sus vidas. El grueso está en personas de entre unos 25 y 40 años, quienes transmiten una sensación de estar desorientados en la vida y “sin un plan claro”.
Un aspecto que le pesa en particular a este grupo etáreo es el sentir que no saben lo que quieren. Es habitual que esto tenga que ver con haber querido cumplir las expectativas de otras personas, como sus familiares o amigos. Cuando seguimos las expectativas de otros, nos es muy difícil sentir que hemos ido cumpliendo nuestros propios deseos y anhelos, y se empieza a formar una sensación de falsedad con uno mismo. Esta sensación, si no se trabaja a tiempo, termina por pisarnos los talones a la larga, cuando quizá ya no sea claro que podamos buscar un nuevo rumbo.
Si bien es natural que las familias tengan valores que quieran que sus hijos compartan y desarrollen, a veces se termina formando a las personas en función de esos valores y se produce una especie de molde en el que la persona tiene que encajar. Es importante que los padres puedan igualmente nutrir los intereses y los aspectos propios de sus hijos al mismo tiempo que dan lineamientos a seguir. De no mezclarse estos dos puntos, los hijos terminan siguiendo los ideales de los padres sin generar una sensación de realidad propia. Muchos son los pacientes en esta edad que sienten que cumplieron lo que los papás querían, pero que en el fondo nunca han hecho algo por ellos. Lograron sacar la carrera, tienen un buen puesto, están bien en la vida, y aún así sienten que no han hecho lo que querían.
Incluso ocurre con las parejas, y uno modifica su forma de ser por el otro, postergando quien uno es por gustarle a la pareja. Avanzada la relación comienzan a aparecer los pequeños descontentos que se tienen y las cosas empeoran. A veces se establecen patrones de relaciones y después de cada una se siente que uno se negó o postergó por la felicidad del otro. Habitualmente a los 40 las parejas pueden tener crisis en las que una de las partes, por acuerdos, no estudió o cambió significativamente su forma de ser por la pareja, y ya no aguanta.
El asunto es que todo el mundo de una u otra manera tendrá expectativas sobre nosotros. Por eso, es importante que nos preguntemos por qué queremos conseguir una meta particular y si esa meta tiene algo de “sustancia” para nosotros. ¿A qué me refiero con eso? Usualmente cuando alguien dice que quiere “tener éxito”, no es claro a qué se refiere específicamente. Para algunos puede significar tener dinero, tener propiedades, poder jubilar joven, viajar, ser famoso, en fin, un millón de alternativas. Pero si no definimos cuál es el objetivo más allá de la meta en particular, estamos siguiendo un objetivo algo ciego. Solo querer tener éxito nos lleva a estar frustrados.
Por eso es importante definir este punto primero. Eso es ir definiendo lo que queremos. Saber específicamente qué queremos conseguir en la vida o cómo queremos vivir, ir descubriendo un camino propio e individual, compuesto por todas las dificultades, rodeos y desvíos que hacen que cada una de nuestras vidas sea única. Incluso se puede llegar a “tener éxito”, por supuesto, pero quizá sea menos importante que la gratificación de vivir tu propia vida.
Por Eduardo Cornejo