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10 CONCEPCIONES ERRADAS SOBRE SER ALCOHÓLICO

Aunque a menudo se piensa de esa manera, la adicción no está definida por un asunto meramente conductual. Aquí se discuten algunas concepciones que muchas veces son erradas y que a menudo llevan a que las personas no se percaten de que ellos mismos o algún cercano tiene un problema con su consumo de alcohol.


1. El alcohólico toma todos los días

Esto es categóricamente falso. Una persona alcohólica puede separar su consumo en intervalos mucho más amplios de lo que comúnmente se cree. En muchos casos el consumo es 1 vez por semana y existen personas alcohólicas que toman 1 ó 2 veces al mes.


2. El alcohólico siempre que toma, se excede

Las personas a menudo aluden a las múltiples ocasiones en que han tomado controladamente, bajo la suposición de que si fueran alcohólicos, no podrían haber logrado ese control. Sin embargo, es muy común ver que personas alcohólicas, en reiteradas ocasiones, sean capaces de controlar su consumo (ver punto 7).


3. El alcohólico llega a rastras a la casa

Que llegue o no a rastras no es algo que define a un alcohólico. Si alguien llega así todos los días, 3 veces por semana o incluso 2 ó 3 al mes, es altamente probable que se trate de una adicción. Pero que alguien no llegue así nunca, no descarta la situación en absoluto. Es otro argumento ampliamente difundido: “Nunca he llegado así a la casa”.


4. El alcohólico toma en todo contexto

Esto no es necesario de explicar. Bastará con decir que no es así.


5. El alcohólico incumple sus responsabilidades

Existen alcohólicos que muestran un excelente rendimiento en los diversos ámbitos de su vida y a menudo estas personas nunca consultan. Excelentes padres o madres, excelentes trabajadores, grandes amigos. El alcoholismo no necesariamente excluye esta posibilidad. Hay personas que son más o menos funcionales bajo el consumo de alcohol sistemático. Si una persona no tiene ningún problema en su vida y no le preocupa el daño que el consumo genera a su salud, un tratamiento para el alcoholismo no tiene sentido y ni siquiera sería necesario. Lo que pasa es que es sumamente infrecuente encontrar un caso así, donde ni la persona ni sus terceros significativos se vean afectados por un consumo excesivo.


6. El alcohólico necesita tocar fondo para darse cuenta de su problema

Esta concepción equivocada parte sobre el error en otra cosa, que es el pensar que el alcohólico no se da cuenta. Que hay un problema de “tomar conciencia”, de “reconocerlo”. Esto es subestimar a la persona. Cuando alguien es alcohólico se da cuenta. Puede no tener seguridad, en términos diagnósticos, si su problema corresponde o no a una adicción. Puede negarlo también, pero a menudo nadie tendrá más conciencia que la propia persona de los problemas que su consumo le ocasiona. Excepto, quizás, su familia. Y por eso es tan importante para nosotros incluirlos en el tratamiento.


7. El alcohólico no tiene control sobre su consumo

Esta es quizás la concepción más errada de todas y la que lleva a descartar falsamente muchos casos en los que la persona tiene un problema de consumo de alcohol. Las personas –alcohólicas o no- suelen tener más control sobre el consumo del que creen. Es justamente esa capacidad de control la que los lleva a flexibilizar cada vez más. Si no controlaran en absoluto, si el inicio del consumo indicara unívocamente un exceso por venir, muchos optarían por no iniciar. Es el control que tienen el que los lleva a consumir con la confianza de que podrán parar. Y es la misma ingesta que les va alivianando la decisión de mantener un límite. La inmensa mayoría de las personas alcohólicas que se excede en su consumo señalará que el problema no es tomar cuando no queria, sino tomar “más de lo que hubiera querido”.


8. El alcohólico es indiferente a las consecuencias negativas

Como se indicó más arriba, el alcohólico no es alguien que no se dé cuenta de lo que pasa. Se dan cuenta y, en consecuencia, a menudo sufren auténticamente las consecuencias de su consumo. La vergüenza o el no querer parar de tomar, puede hacer que se abstengan de explicitar este padecimiento o bien que lo hagan de maneras poco convincentes. Pero la mayoría de los alcohólicos, como cualquier otra persona, lamentan las consecuencias que sus actos generan sobre sí mismos o sus seres queridos.


9. El alcohólico sufre de síndrome de abstinencia cuando deja de tomar

El síndrome de abstinencia corresponde a una serie de síntomas que se presentan tras la interrupción o disminución del consumo de alguna droga tras un periodo prolongado de ingesta. En el caso del alcohol pueden ser síntomas como temblor distal de las manos, dolor de estómago, mareos y vómitos, ansiedad, irritación, entre muchos otros. Mucha gente argumenta no poseer una adicción al alcohol ya que cuando interrumpe su ingesta no sufre de este síndrome, no obstante hay que tener claro que el síndrome de abstinencia puede o no estar presente como elemento diagnóstico de una adicción. No todas las personas experimentan el síndrome de abstinencia, por lo tanto su presencia o ausencia no determina el diagnóstico de la adicción.


10. El alcohólico requiere internación A menudo se piensa que una persona que ha desarrollado alcoholismo (o en general cualquier adicción a drogas) debe ser internado. Esta es la respuesta instantánea de terceros significativos que están angustiados y no saben qué hacer. En nuestra experiencia, la gran mayoría de adicciones pueden ser abordadas en formatos ambulatorios, en tratamientos de 2 horas semanales. La internación debe verse más bien como un segundo plan de acción, cuando los intentos de hacer un tratamiento ambulatorio no están funcionando. En realidad, más que el formato del tratamiento, se ha visto que es fundamental la participación de la familia. Este es el factor que realmente incide en los resultados del tratamiento. A mayor participación e involucramiento familiar, mayor es la tasa de rehabilitación.


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